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La violencia psicológica genera heridas emocionales que ponen en riesgo la salud mental y la emocionalidad de la víctima, las cuales pueden perdurar a lo largo del tiempo, pues suelen ser difíciles de superar y sanar, es allí donde radica la magnitud del daño que causa. Por lo general estas víctimas al estar expuestas constantemente a este tipo de agresión terminan por aceptarla, sin embargo la aceptación, lejos de constituir una solución agrava el problema, pues esa herida que nos es imposible ver, se hace más profunda con el pasar del tiempo.
Este tipo de violencia puede ocurrir en cualquier ámbito de la vida social en el que nos desenvolvemos, sin embargo suele ser más común dentro de las relaciones de pareja, debido a que existen algunos estereotipos que están sujetos a lo que “constituye una relaciones de pareja”, provocando que se generen vínculos de jerarquización, poder, dominio, entre otras formas de relacionarse que se convierten en el caldo de cultivos para reproducir el abuso emocional.