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8 de marzo para una feminista

Ilustraciones por Mima Cortez.

Este es un 8M donde por decisión, me quedé en casa y no participé en ninguna actividad. Hacerlo fue el acto de autocuidado más doloroso que he transitado este mes (marzo, ¡para ya por favor!).

En el Caribe, la lucha por los Derechos de las mujeres se remonta desde mucho antes de las décadas de 1950 y 1960, fue ahí cuando las mujeres comenzaron a organizarse para exigir igualdad de derechos en áreas como el empleo y la educación. En la década de 1970, se crearon organizaciones de mujeres en toda la región para luchar por la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Esto pone bajo un foco a nuestra región y por ende a las activistas, que “tienen” la responsabilidad de coordinar, planificar y ejecutar acciones para este día.

y eso amigues, eso es mucha presión.

Creo en la manifestación como un acto romántico, donde ponemos la pasión que sentimos junto a nuestros sueños, el deseo y todo lo que sabemos en un movimiento que se acompaña de miles capaces de ir en una sincronización sublime desde la visión que compartimos. A lo mejor es un poco ingenuo de mi parte tener fe en la protesta y en la movilización, sobre todo por haber vivido la historia política y de manifestaciones más reciente de Venezuela, pero el 8M es una ventana donde imagino el escenario perfecto para el encuentro y la conjunción de objetivos.

Ser persona, no objeto.

La lucha de las mujeres en el Caribe a lo largo de la historia y alrededor del mundo dentro y fuera del feminismo, ha intentado ser instrumentalizada  por actores de otros sectores que cazan oportunidades dentro de cualquier escenario. Históricamente las mujeres hemos encontrado formas de resistir y ante este debate de por qué y para quien luchar, mi forma de hacerlo este año fue dándome espacio para no hacer nada, sabiendo que el activismo va mucho más allá de un sólo día, me pareció una forma interesante para re-existir.

Las expectativas pueden tener un impacto psicológico y emocional significativo en nuestras vidas como activistas.

La frustración y el agotamiento emocional por la falta de cambios concretos en la sociedad, a pesar de décadas de luchas por la igualdad de género, la sensación de que aún queda mucho es abrumadora y a pesar de estos desafíos emocionales, seguimos luchando incansablemente por alcanzar condiciones de vida en equidad y justicia social. La relación entre el activismo feminista y la salud mental es compleja y requiere una reflexión cuidadosa. Por un lado, puede ser una fuente de empoderamiento y satisfacción emocional para las personas que nos involucramos en él y también una fuente de estrés y ansiedad, especialmente cuando se requiere una entrega completa y constante.

Es importante reconocer que el activismo no puede ser la única fuente de satisfacción y sentido de propósito en la vida. Es normal sentirse culpable por no participar en todas las acciones, pero es importante recordar que cada una tiene sus propias limitaciones y responsabilidades. Es importante respetar los límites propios y no sentirse obligada a participar en cada acción o manifestación.

Para gestionar nuestras emociones y salud mental es importante establecer límites y cuidar de nosotras mismas. Es necesario tomar descansos regulares, comer y dormir adecuadamente, hacer actividades que nos proporcionen alegría y satisfacción. También es imperante reconocer que el activismo es una lucha a largo plazo, y que el progreso puede ser lento.

De la experiencia de este año, he tomado algunas notas de lo que me ha ayudado a cuidarme y gestionar mejor las decisiones que tomo para vivir en activismo, no es una guía profesional o algún manual terapéutico, son mis pasos en ese camino de resistir desde el amor.

1. Prioriza tu bienestar emocional y físico: Tómate un tiempo para cuidar de ti misma. Haz ejercicio, come alimentos saludables y date un tiempo para hacer actividades que disfrutes.

2. No te sientas obligada a hacer nada que no quieras: Si te sientes abrumada por las expectativas del día, recuerda que no tienes que hacer nada que no te sientas cómoda haciendo.

3. Busca apoyo: Habla con amigues, familiares, grupos de apoyo o un terapeuta si necesitas ayuda para manejar tus emociones.

4. Reflexiona sobre tus logros: Toma un momento para reflexionar sobre tus propios logros como persona y activista. Celebra tus éxitos y recuerda que cada acción que tomes en la lucha es importante.

5. Toma un descanso de las redes sociales y las noticias: Si las noticias o las redes sociales te están causando ansiedad, tómate un descanso y desconéctate por un tiempo.

En conclusión, la relación entre el activismo feminista y la salud mental es compleja y requiere un enfoque cuidadoso. Es importante reconocer nuestras limitaciones y cuidar de nosotras mismas para poder continuar luchando por la igualdad de género de manera efectiva y sostenible.

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